Hoy he acudido a la entrada de su cueva y le he llamado. Después de tantos años, buscaba comprobar lo que el paso del tiempo haya podido hacer con su mirada y con el resto de él y si la realidad tiene algo que ver con mis recuerdos. Sin embargo, cuando ya oía cómo se acercaba a la luz del día, ha decidido regresar a las tinieblas.
Desde allí me ha dicho que quiere estar solo, cada vez más solo, cada vez más encerrado en sí mismo. Ha decidido vivir así.
A mis intentos por hablarle de otros sitios y de otras gentes me ha contestado con inapelable tranquilidad que no le interesan, que no le importan, que lo mismo da aqui que en otro lugar.
Desarmada, me he alejado de su cueva, sin darme cuenta aún de que las dos lágrimas que corrían por mi cara no eran de tristeza por una despedida definitiva sino de puro despecho.
Lo último que me ha dicho ha sido: "Un beso"
Éste es mi exorcismo.
jueves, 13 de noviembre de 2008
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3 comentarios:
muy triste, pero muy bonito
Y quien no tiene algún fantasma rondándole por ahí?
a Aure le digo que los fantasmas son solo eso... fantasmas.
A lo mejor el amor verdadero esta durmiendo a tu lado, solo hay que despertarlo...
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