miércoles, 6 de febrero de 2013

Palabras, os extraño

Echo de menos escribir. En todos estos meses he llegado a llorar intentando explicarle a Carlos lo que me falta cuando no escribo. Echo de menos contar, contarme, lo que siento, lo que pienso, lo que quiero. Echo de menos vaciarme, más aún cuando he estado tan a rebosar.
Me hubiera gustado tanto contar en su momento la locura de la mudanza, la alegría de mis hijos en la casa nueva, nuestra incredulidad cada vez que descubrimos algún aspecto nuevo que se adapta inesperadamente a la vida que habíamos soñado, para ellos y para nosotros.
Me habría sentado tan bien llorar sobre el teclado cuando el ERE de mi empresa me tuvo varias semanas muerta de la preocupación. Este mes hay un nuevo paquete de medidas y mucha suerte tendré que tener para que no me afecten. De nuevo la tensión me costará un par de kilos.
Escribir me habría ayudado a entender mis sentimientos cuando decidí cerrar definitivamente la más sensible de las puertas de mi pasado.
Tanto que contar...como la mejor noticia, la más sorprendente. El riñón de Moni, en lugar de menguar ha crecido en los últimos meses. Jó, que manera de llorar de alegría. Mi alegría, mis hijos, lo único que importa.
Escribo en el trabajo, claro, por eso me pagan. Pero escribir de verdad... Ojalá pronto