martes, 25 de noviembre de 2008

Postre para parejas

Ya es un tópico decir que el mejor postre para una comida o cena en pareja es el sexo pero ahí va una sugerencia de lo más parecido que hemos encontrado: un postre de los restaurantes Hollywood llamado algo así como "tofee and cheese cake"
No es que sustituya a un revolcón como Dios manda pero, creedme, es casi casi tan bueno.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Shock

He cruzado una extraña frontera. Algo real que reproduje aqui prácticamente como ocurrió ha sido interpretado por mi lector como un ejercicio de ficción.
Me resulta increíble y emocionante. Quizá no se note, pero esas líneas pueden ser lo más duro para mí que he escrito nunca, como experiencia personal quiero decir. Curiosamente, lo hice sin dolor. Fue tan rápido como sacarse de muy dentro una aguja finísima que sólo deja como rastro una diminuta gota de sangre sobre la piel que al rato ni se ve. Un exorcismo perfecto.

Expectativas paternales

Desde hace algunos meses estoy viendo en dominicales y prensa parecida artículos que alertan sobre los riesgos para los hijos de las expectativas de los padres cuando éstas son demasiado exigentes. Vienen a explicar que esperar tener un hijo "triunfador" y transmitírselo al peque puede dar lugar a niños frustrados e infelices y, años más tarde, adultos frustrados e infelices. Alertan así contra la presión que inconscientemente ejercemos sobre los pobres críos.
Mi mejor amigo lleva algunos años intentando conseguir una determinada meta con el objetivo, entre otros, de que sus padres se sientan orgullosos de él. He visto su desánimo cuando tropezaba y su alegría cuando subía un peldaño más. Hoy está feliz de poder ofrecerles ese regalo.
Resultan estos sentimientos de lo más contagioso, según veo. Al parecer, para sus padres era una frustración personal que su hijo no hubiera alcanzado aquello y viceversa.
Mi hijo es un niño normal. Me espanta oír a familiares y amigos decir que puede ser superdotado sólo porque conoce los números y las letras antes de cumplir dos años. Los conoce porque es curioso, observador y tiene buena memoria y cuando ha preguntado le hemos ido contestando. Eso es todo.
Peor aún es cuando alguien elucubra sobre su futura profesión. La frase más estúpida: "Que sea jefe" y la segunda más estúpida: "Que sea notario, que trabajan poco y ganan mucho". La más abundante: "Que tenga dinero". Eso es lo que importa hoy día, trabajar poco y tener mucho.
Lo de ser jefe me tiene loca ¿valdrá que lo sea del cártel de Medellín?
Me parece triste que poca gente le desee como primera opción que sea feliz. Y para ser feliz tendrá que hacer algo tan sencillo como ser lo que quiera ser porque sólo así se sentirá tranquilo y satisfecho en la vida.
Tendré que recordar todo esto a medida que Víctor crezca. Es fácil dejarse llevar por el entorno si uno se despista.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Despedida a un fantasma

Hoy he acudido a la entrada de su cueva y le he llamado. Después de tantos años, buscaba comprobar lo que el paso del tiempo haya podido hacer con su mirada y con el resto de él y si la realidad tiene algo que ver con mis recuerdos. Sin embargo, cuando ya oía cómo se acercaba a la luz del día, ha decidido regresar a las tinieblas.
Desde allí me ha dicho que quiere estar solo, cada vez más solo, cada vez más encerrado en sí mismo. Ha decidido vivir así.
A mis intentos por hablarle de otros sitios y de otras gentes me ha contestado con inapelable tranquilidad que no le interesan, que no le importan, que lo mismo da aqui que en otro lugar.
Desarmada, me he alejado de su cueva, sin darme cuenta aún de que las dos lágrimas que corrían por mi cara no eran de tristeza por una despedida definitiva sino de puro despecho.
Lo último que me ha dicho ha sido: "Un beso"

Éste es mi exorcismo.

Lo que me hace feliz

Buscando otra cosa en el cajón de mi mesilla he encontrado una lista que hice hace unos meses, en un momento chungo.
Lo que me hace feliz
- La leche condensada
- Hablar con mi hermana (ella sabe quién es)
- Escuchar la radio en la cama
- Hacer reir a Carlos
- Ver correr a Víctor
- El Campo del Moro en otoño
- Manolo García, casi siempre.

martes, 4 de noviembre de 2008

El culo del niño

Ser padres consiste, entre unas pocas cosas mas, en estar pendientes del culo del niño. Si caga porque caga mucho y si no caga porque no caga.
Por alguna razón que se me escapa, el niño tiene que cagar todos los días...he dicho (No yo sino los pediatras, enfermeras, familiares más o menos cercanos, editores de revistas infantiles y colaboradores de webs sobre bebés) y si no caga a diario, ahí estás tú dando por... saco al pobre crío poniéndole supositorios de glicerina y calditos de pollo pa que aquello circule. Lo más ridículo de la situación es lo contentos que nos ponemos los papás cuando por fín la caca aparece en el pañal. Hasta saltos se dan de alegría, fíjate. Aquí imaginarse a Carlos y a mí diciendo ¡¡¡caca!!!
La otra cara de la moneda es cuando toca gastroenteritis y el culete de tu retoño no retiene. Llega el turno del arroz blanco, la zanahoria, la manzanita que no quiere ni ver... y la frustación cuando abres el pañal y, sí, ha cagado y huele cada vez peor. Entonces los saltos de alegría los darás cuando el nene no parezca un grifo roto. No, si el ridículo se hace un rato cuando tienes un hijo.
Hasta en la guardería te informan a diario si el niño ha hecho "deposiciones", fijarse que finas son las de mi guarde, por la mañana o por la tarde o por las dos.
Me imagino a Víctor preguntándose por qué es tan importante su trasero y por qué se lo tenemos tan mirado.
Decidió emplear un día entero sólo a pensar en él, las 24 horas. Quería recordarle durante todos los segundos de todos los minutos de todas las horas de un día.
Comenzó a las diez de la mañana, después de desayunar. Al principio fue fácil pensar en él todos los segundos. Se ocupó de algunas tareas domésticas sin apartar su mente de él y preparó la comida con gran esfuerzo, con él en sus pensamientos todo el rato. Comer fue muy agradable, habían disfrutado juntos de incontables almuerzos y consiguió evitar la siesta recordando sus siestas.
Después se sentó en el sofá y pensó en él durante toda la tarde. Cuando su mente flaqueaba escribía su nombre en un papel y lo miraba hasta que se sentía capáz de continuar sola.
Al anochecer los pensamientos se volvieron tristes, pero no lloró porque para eso hubiera necesitado pensar en sí misma y lo que quería era pensar en él. Inesperadamente la madrugada le regaló sentimientos liberadores y al sentirse mejor le fue de nuevo difícil pensar en él todos los segundos de todos los minutos de todas las horas. Luchó con el sueño a golpe de recuerdos y voluntad y a las siete de la mañana la ducha fue también todo él.
A las diez menos cuarto se preparó para terminar la experiencia. Pensando en él se puso un pijama nuevo y pensando en él se metió en la cama. A las 10 en punto cerró los ojos y durmió.
Cuando despertó, no se acordaba de nada.

Esposa y madre

Durante diez días he ejercido exclusivamente de esposa y madre. A Carlos le han operado de un pie, nada grave, y he cogido días en el trabajo para ocuparme de él y del peque.
Es un trabajo tremendamente ingrato el de ama de casa, una tomadura de pelo como una catedral. En el lado positivo desde luego están los buenos ratos jugando los dos con Víctor, al que se le notaba contento de tenernos a los dos para él sólo, y también las risas que Carlos y yo hemos conseguido recuperar en algunos momentos de estos días.
La experiencia me lleva al dilema sobre si seguir trabajando en este horario o no, aunque las posibilidades de conseguir un cambio son muy remotas. Me he dado cuenta de lo que me estoy perdiendo a diario en casa, aunque intente compensarlo durante los fines de semana.
Anoche Víctor tenía fiebre muy alta y lloraba sin parar. Estabamos los dos solos en casa. Le desnudé y me quité yo también el jersey para abrazarle y tranquilizarle. Así, con el chupete, en penumbra y piel con piel se le fue pasando y hasta conseguí que cenara un poquito, una papilla de cereales que tuve que preparar con él en brazos (sus doce kilos y pico) porque no consentía que le dejara en ningún sitio. Con él escondido en mi pecho le fui metiendo poquitos de papilla mientras el pobrecito hipaba. Cuando no quiso más le dejé así, tumbado sobre mí en el sofá, mientras yo veía la televisión sin voz, muerta de hambre y con unas ganas tremendas de ir al baño. Acabó por dormirse rodeado por mis brazos y escuchando mi corazón.
Tener un hijo tiene muchos inconvenientes, tu vida salta por los aires y a veces te gustaría volver a la libertad y la despreocupación de antes, pero la verdad es que cuidar anoche de mi cachorrito y llevarle después a la cuna plácidamente dormido me hizo sentirme la mejor madre del mundo.
Pero vamos, que lo de dedicarme sólo a la vida doméstica, ni de coña.