viernes, 21 de noviembre de 2008

Expectativas paternales

Desde hace algunos meses estoy viendo en dominicales y prensa parecida artículos que alertan sobre los riesgos para los hijos de las expectativas de los padres cuando éstas son demasiado exigentes. Vienen a explicar que esperar tener un hijo "triunfador" y transmitírselo al peque puede dar lugar a niños frustrados e infelices y, años más tarde, adultos frustrados e infelices. Alertan así contra la presión que inconscientemente ejercemos sobre los pobres críos.
Mi mejor amigo lleva algunos años intentando conseguir una determinada meta con el objetivo, entre otros, de que sus padres se sientan orgullosos de él. He visto su desánimo cuando tropezaba y su alegría cuando subía un peldaño más. Hoy está feliz de poder ofrecerles ese regalo.
Resultan estos sentimientos de lo más contagioso, según veo. Al parecer, para sus padres era una frustración personal que su hijo no hubiera alcanzado aquello y viceversa.
Mi hijo es un niño normal. Me espanta oír a familiares y amigos decir que puede ser superdotado sólo porque conoce los números y las letras antes de cumplir dos años. Los conoce porque es curioso, observador y tiene buena memoria y cuando ha preguntado le hemos ido contestando. Eso es todo.
Peor aún es cuando alguien elucubra sobre su futura profesión. La frase más estúpida: "Que sea jefe" y la segunda más estúpida: "Que sea notario, que trabajan poco y ganan mucho". La más abundante: "Que tenga dinero". Eso es lo que importa hoy día, trabajar poco y tener mucho.
Lo de ser jefe me tiene loca ¿valdrá que lo sea del cártel de Medellín?
Me parece triste que poca gente le desee como primera opción que sea feliz. Y para ser feliz tendrá que hacer algo tan sencillo como ser lo que quiera ser porque sólo así se sentirá tranquilo y satisfecho en la vida.
Tendré que recordar todo esto a medida que Víctor crezca. Es fácil dejarse llevar por el entorno si uno se despista.

2 comentarios:

fernusan@hotmail.com dijo...

Que sea jefe de sí mismo, de sus sentimientos, pensamientos y de sus sueños, y será feliz sin duda.

Si uno está pendiente de todos los consejos satélites, los padres se vuelven locos y el niño psicópata, así que por el camino de en medio en plan catwoman.

Besos!

Lula dijo...

Yo siempre he pensado lo mismo: quiero que mi hijo sea tremendamente feliz y absolutamente normal; ni más listo ni más tonto... sólo normal (que no es poco).
Por lo demás... que sea lo que él quiera: bailarín, astronauta o pastor de ovejas... yo sólo quiero que sonría siempre...