jueves, 9 de mayo de 2013

No me puedo quejar pero me quejo

No, si ya sé que no me puedo quejar, que sería ofender a Dios, pero en alguna parte tiene que estar la razón por la que me siento tan mal.
No me puedo quejar de mi trabajo, docenas de periodistas en paro matarían por él. Me gusta venir a la redacción, ver a mi compañero del alma y salir a las tres y media. No me puedo quejar de mi coche, absolutamente ideal para mí. No me puedo quejar de mi casa, estupenda en espacio y distribución, en una urbanización llena de niños. No me puedo quejar de mi familia, ni de marido ni de hijos. Que guay, lo tengo todo.
Pero me quejo. Está mal visto, pero me quejo. Me quejo de que duermo poco y mal. Me quejo de que el madrugón hace que a menudo llegue a Madrid y no sepa cómo lo he hecho. Me quejo de ir todo el día de un lado para otro como pollo sin cabeza. Me quejo de la lentitud de Víctor, lo que más para comer. Me quejo de lo sucio que está mi coche a pesar de que llevo un miniaspirador en el maletero. Me quejo de verme privada de leer y de escribir. Me quejo de Carlos. Me quejo del ERE de mi empresa, del recorte de sueldo, de la reacción de casi todos mis compañeros cuando me libré del despido temporal contra todo pronóstico. Me quejo de que nunca estoy más de 15 minutos en el baño, ni para ducharme. Me quejo de no ver más de dos o tres pelis al mes, por una razón u otra. Me quejo del miedo que tengo a la carretera. Me quejo de no tejer, o hacer ganchillo, o petit point, que me encantaba. Me quejo de no tener paciencia con los niños y de sentirme culpable por ello. Me quejo de los picos de ansiedad, ya casi diarios. Me quejo de no hacer algo de ejercicio y de pesar lo que peso. Me quejo de que Mónica me despierte dos veces cada noche y de despertarme yo sola si ella duerme de un tirón. Me quejo de no enviar mensajes a la amigas a las que echo de menos. Me quejo de que después de casi un año viviendo aqui la casa siga fría, desnuda. Me quejo de la negatividad de los que me rodean, que me desgasta y me cansa. Me quejo de que escribir este post me haya costado tres días.
Y la mayor parte del tiempo sobrellevo todas estas frustraciones y algunas más pero a veces se atascan todas y me pregunto si no puedo darle al Pause. Y no, no puedo, como tampoco puedo quejarme.