domingo, 21 de agosto de 2011

Vida comunitaria

Ayer, tarde en la piscina de la urbanización de un familiar. Víctor se lo pasó en grande con otros niños, juguetes de otros niños y padres de otros niños. Yo me sentía un poco trasplantada en medio de tanto vecino que se sabe tu vida (la de mi familiar, se entiende) y con tanta celulitis y tanta barriga postmaternal tan cerca en tan poco espacio de cesped. Hace décadas que no piso una piscina pública pero desde luego la sensación ayer se le pareció bastante.
Comentamos la experiencia de vuelta a casa, ya que tenemos que comprarnos un piso en los próximos meses y algunos de los que hemos visto tienen piscina comunitaria tan pequeña como la de ayer. Para los niños está muy bien y desde luego ver a la pandilla correr por allí era una delicia pero no sé si yo soy tan social. Una cosa es mejorar y otra comer patatas fritas al lado de los pies del vecino.

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