miércoles, 29 de junio de 2011

A Mónica no le gustan tanto las librerías como a Víctor

La maternidad me ha procurado inesperadas habilidades como la de montar, desmontar y remontar un Transformer con toda naturalidad o la de inventar media docena de cuentos para Víctor con el mismo personaje. Él hace la petición del oyente: el de la hormiga que se perdió, el de la hormiga que no le gustaba el chocolate, el de la hormiga que era de color naranja... y yo improviso durante cinco minutos historias que no osaría repetir delante de un adulto.
Pero sin duda el mayor avance que ha logrado mi personalidad con la llegada de mis vástagos ha sido la pérdida de una vergüenza que en mi caso era excesiva.
Hoy Mónica me ha dedicado un gran pedo y dos estruendosas cagadas cuando la tenía en brazos en una enorme y silenciosa librería, la favorita de Víctor.
Hace unos años habría querido morirme ante tal situación. Hoy mi hijo mayor y yo nos hemos partido de la risa.
Intento enseñarle a no ser tan pavo como lo ha sido su madre. no quiero que desperdicie 40 años de su vida.

1 comentario:

Unknown dijo...

JAJAJAJAJA qué gracioso jajajaja, me acordaré de ustedes la primera vez que esto me pase!