La maternidad me está demostrando que no tengo ni orgullo ni palabra.
La que dijo que a su niña nada de leotardos le ha comprado ya dos
La que dijo que a su niña nada de coletitas le puso el sábado pasado una minihorquilla con un corazoncito de purpurina monísima. Afortunadamente, la niña hizo lo mismo que su madre: quitársela antes de salir de casa.
La que jamás ha tocado un horno intentó hacer el domingo magdalenas ¡¡Yo!! ¡¡Magdalenas!!. Como es lógico, salieron regular pero los tres mayores nos lo pasamos de cine juntos en la cocina.
Pero lo peor son las frases "maternales", esas que nunca soñé pronunciar y ahora me dejan perpleja cuando salen de mi boca. Entre otras, "ni jó ni já", su variación "ni jopé ni jopá", "come y calla" y "porque lo digo yo que soy tu madre".
Entrada dedicada a mi marido, que anoche al verme escribiendo en un papel el borrador de este post mientras cenaba tuvo la amabilidad de no hacerme ninguna pregunta en un buen rato.
martes, 6 de marzo de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario