Vértigo

Durante todas estas semanas he estado convencida de que simplemente se me estaba retirando la regla. El malestar, el calor, la ansiedad, la inestabilidad emocional…
Pero ayer me fijé en que mi cintura ha desaparecido y, ya puestos, me ví más barriga. Y aquí estoy, esperando los cinco minutos reglamentarios de la prueba de embarazo.
He pasado todo el día con el corazón encogido y preguntandome si he hecho oídos sordos a los síntomas, que tampoco tienen por qué ser los mismos de las veces anteriores. Tener un tercer hijo ahora es como tirarse desde un piso treinta y dos. La familia estaba más que cerrada. Todo saltaría por los aires. Si ya estamos desbordados con los dos que tenemos ¿Cómo pensar en cuidar a tres? En dinero mejor no pensar, con Carlos sin trabajo y mi empresa a la espera de decisiones del gobierno. De locos.
Un embarazo ahora, con 42 años. Me encantaba estar embarazada pero si guardé reposo durante cinco meses con Mónica ¿qué hacer si me vuelve a pasar lo mismo? ¿No podré coger a mi niña ni estar casi con ella como ocurrió con Víctor? Carlos no podría llegar a todo. Imposible y si yo ya voy justa de fuerzas ahora qué será…
El aborto no es una opción, no me lo perdonaría nunca. Si estoy embarazada, seguiré adelante a pesar del pánico.
Para colmo, ya me deshice de toda mi ropa premamá y de todo lo de recién nacido de los niños, tiene guasa.
¿Y si el bebé no nace sano por ser un embarazo tardío? No he tomado ácido fólico, no he dejado de fumar y me he medicado lo que he querido por los innumerables catarros que los chicos traen del cole y de la guardería. Diós mío ¿dónde estoy metida?
Me va a dar un ataque. El día que he pasado no se lo deseo a nadie.
Carlos ha venido al baño para ver el resultado juntos
Es negativo
- Menos mal, he dicho con un hilo de voz
Sin mirarlo por segunda vez lo he tirado todo a la basura y me he puesto a hacer la cena.
Qué alivio, sí. Pero entonces... ¿por qué me siento tan mal? ¿por qué estoy llorando?