Mira no. Hasta aqui hemos llegado con lo de los disfraces infantiles por orden del cole y guarde. En este curso escolar Mónica, con dos años, se ha disfrazado más que yo en toda mi vida.
A saber:
- Halloween. De bruja, prestado por su prima. Sin duda, el que más se ajustaba a su personalidad.
- Navidad. De angelito. Hay que no conocer a mi hija para disfrazarla de angelito pero era el tema de su clase y no hay discusión. Nos hicieron felicitaciones, calendarios grandes, calendarios pequeños, un medidor y no sé qué cosas más con una foto en la que la Moni parece estar diciendo al fotógrafo: "¿De verdad piensas que alguien se va a creer esto?"
- Carnaval. De mona, heredado de su hermano. Fué pura coincidencia. Ni le compré en su día a Víctor el disfraz pensando que años después tendría una hija a la que llamaríamos la mona no sólo por su nombre sino por su afán a estar colgada de la cadera de mamá ni le puse el nombre a la niña para calzarle el disfraz cuando cumpliera los dos años.
Pero por esto no paso. Ni foto de clase, ni integración con sus amigos ni leches. Yo a Mónica ni le compro ni le pongo un vestido de sevillana para la chupifiesta de la Feria de Abril de la guarde. Nada que ver con nosotros, con la familia ni con nada. Un vestido floreado con un poquito de volante en el bajo que acaba de prestarle su prima, un par de repollos que compraré esta tarde en un chino y a correr.
Y lo que digan en la guarde me trae al fresco, oiga
martes, 16 de abril de 2013
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1 comentario:
Qué les pasa? entre eso y las "tareas para casa" le revientan a cualquiera las "paciencias"!
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